La cruzada anti violencia de hijo de Escobar

Juan Pablo Escobar era un adolescente en diciembre de 1993, cuando la Policía colombiana mató a balazos a su padre, Pablo Escobar Gaviria, jefe del temible cartel de Medellín. En un principio muchos creyeron que el muchacho tomaría las riendas de la organización que, según las autoridades de Colombia, llegó a controlar el 80% del mercado global del narcotráfico. Pero no. Enseguida se sumergió en el silencio y poco después emigró hacia la Argentina, con su madre y su hermana menor. En un momento reveló que de la incalculable fortuna de su padre (valorada en unos 10.000 millones de dólares), sólo heredó un reloj que conserva con cariño. "Mi papá no era muy bueno para las cuentas, para los números, creo que él ni sabía cuántos millones tenía. Cuando salimos del país después de la muerte de él, el Gobierno se quedó con todo. Todo está en manos de las autoridades y no de las víctimas, como debería ser". Con bajo perfil y un nuevo nombre (Sebastián Marroquín), se dedicó en Buenos Aires al diseño de interiores hasta que decidió emprender una cruzada comercial, con fines pacifistas, explotando la imagen de su padre a través de una colección de ropa. Según explicó el hijo del mafioso, los precios de las 10.000 camisetas y 2.000 pantalones que se han hecho en la primera tanda rondan entre 65 y 95 dólares cada unidad. Y aparte de Estados Unidos, México, España y Austria, los fabricantes ya recibieron propuestas de vender en Italia, Israel, Rusia y Japón.

“Mi objetivo es enviar un mensaje de paz y de reflexión sobe su historia personal... No para invitar a que sea un modelo a seguir sino todo lo contrario: que sea un modelo a no repetirse”

La empresa y la marca de la ropa se llama Escobar-Henao , el apellido paterno y materno que originalmente tenía Sebastián. La ropa se produce en una fábrica de Medellín, entre otras cosas, para apoyar la industria nacional, para generar empleo y para tratar de disminuir la violencia que su padre durante más de una década sembró en sus calles.

La ropa, sin embargo, no se está vendiendo ni se venderá en Colombia por respeto a las víctimas del accionar criminal de Escobar, indicó. “No queremos lucrarnos del dolor de ningún colombiano”, aseguró.

Marroquín detalló que parte de las ganancias que obtiene, cuya cuantía no detalló, son invertidas para apoyar a familias en Medellín . La ayuda puede ser en especie, por ejemplo con una silla de ruedas, o con servicios como tutorías estudiantiles. Las familias que reciben el apoyo prefieren permanecer en el anonimato.

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