Le disparó porque creyó que tenía rabia

GORHAM (Maine) - Un gato callejero que por obvias razones no tenía ni nombre, ni hogar ni cariño parece que la fortuna le sonrió aunque de una manera bastante temeraria.

Desde el pasado 20 de agosto su inocencia estaba bajo sospecha pues la policía de Gorham, en Maine, está investigando después de que un oficial le disparó pensando que el gato tenía rabia. El gato se está recuperando en un refugio de Westbrook, luego de quedar con los huesos de sus patas delanteras destrozados a causa de los perdigones de una escopeta calibre 16 que el oficial utilizó para dispararle. The Portland Press Herald informó que el oficial y un oficial de control de animales respondieron a reportes de que un gato mordió y aruñó a una niña de 7 años, y que parecía portador del virus de la rabia. Después de que los esfuerzos para capturar el felino fallaron, el oficial le disparó. El gato, que ahora se llama Clark, se escapó pero fue capturado cuatro días más tarde aun sufriendo de las heridas recibidas.

Después de una cuarentena de 10 días se determinó que no portaba el temido virus.

Protocolo en entredicho Se espera que las autoridades emitan un informe sobre si se siguió el protocolo adecuado para neutralizar a la mascota. La ley dice que hay que capturar al animal que se sospecha es portador de la rabia y llevarlo a un refugio de animales, e incluso dispararle dardos tranquilizantes si se cree que es una amenaza para los humanos y para otros animales.

El refugio que atiende a Clark dice que es la primera vez que atienden un caso de un gato baleado por un policía y que los inspectores de control de animales están entrenados para atrapar a un gato sin el uso de ese tipo de fuerza.

La policía no quiso revelar los nombre de los agentes involucrados en el incidente pero ambos continúan trabajando en la institución.

Mientras tanto, la policía está pagando las facturas del refugio del gato que se espera pueda recuperarse sin cirugía. A juzgar por las imágenes del video. Clark se adaptó muy bien a los cuidados que recibe.

El último caso de un humano infectado con rabia en Maine data de 1937.

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