Comunidades critican política migratoria

SAN DIEGO— Bajo la mirada de un agente de la Patrulla Fronteriza norteamericana, pastores de Estados Unidos y México instalaron dos altares pequeños, uno a cada lado de una valla limítrofe muy alta, para un servicio religioso dominical que abarca ambos países. Los sacerdotes compartieron después el pan simultáneamente y elevaron sus cálices hacia la barrera metálica, de malla muy cerrada. Del lado mexicano, un guitarrista acompañó una canción que dirigía el clérigo del lado estadounidense. El ruido de un vehículo todo terreno de la Patrulla Fronteriza que pasa por el lugar interrumpe la música. El servicio religioso es una de las numerosas manifestaciones de las dificultades con las que fluye la vida en la frontera después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 mientras el congreso considera destinar miles de millones de dólares para construir una fortificación fronteriza aún más grande. Desde hace mucho los hacendados, policías y legisladores de los estados estadounidenses fronterizos han solicitado ayuda federal, al afirmar que sus zonas eran invadidas por traficantes armados y personas que ingresaban ilegalmente en territorio norteamericano. Sin embargo, ahora aumenta la oposición a que haya más agentes y más cercas a lo largo de las 2,000 millas de frontera con México. Entre quienes se oponen hay ministros religiosos, líderes empresariales y alcaldes que dicen que todas estas medidas han alcanzado su eficacia máxima. El refuerzo de la seguridad en la zona durante la última década hizo que las detenciones de personas que cruzaron ilegalmente a suelo estadounidense disminuyeran a mínimos históricos, pero en cambio se restó importancia a los puertos de entrada regular, dijo el alcalde de El Paso, John Cook, quien preside la Asociación de Alcaldes Fronterizos, que representa a esos funcionarios de ambos lados de la frontera. En los pasos fronterizos se hicieron habituales las esperas de muchas horas y agentes aduaneros con excesiva carga de trabajo, lo cual cuesta a la región miles de millones de dólares porque disuaden también a los compradores mexicanos y demoran los embarques estadounidenses, afirman los alcaldes fronterizos. Los alcaldes prefieren que se apoyen los programas de "viajero confiable", por los que se conceden pases a personas a las que se ha investigado de antemano. "No necesitamos más agentes de la Patrulla Fronteriza, necesitamos más agentes aduaneros", dijo Cook. "Básicamente, continuamos con una infraestructura del siglo XX y en la mayor parte, con una política del siglo XIX", mientras intentamos dinamizar el comercio en el siglo XXI", agregó.

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