Estado mexicano ofrece disculpas a 3 mujeres otomíes

Teresa, Jacinta y Alberta fueron a prisión bajo cargos fabricados, admite el fiscal.

En un acto inédito, el fiscal general de México ofreció el martes una disculpa pública a tres mujeres indígenas, porque se comprobó que hace 11 años les fabricaron delitos por los que fueron encarceladas.

Cada palabra confirmó la razón y la honestidad que siempre tuvieron al gritar una y otra vez que no habían cometido ni un solo delito.

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"La PGR nos acusó, con acusaciones falsas", subrayó Teresa Gutiérrez, encarcelada injustamente.

En silencio y dibujando apenas una sonrisa, Teresa, Jacinta y Alberta recibieron la disculpa del Estado mexicano por haberlas tratado como criminales.

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El reconocimiento público de la injusticia se realizó en un museo que honra la memoria de la cultura e historia del país, pero la lucha no fue fácil. Tuvieron que pasar 11 años antes de que llegara este día.

Las tres mujeres indígenas fueron acusadas en el 2006 de haber secuestrado a seis agentes federales.

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Todo ocurrió después de un operativo en un tianguis, en que como lo muestran diversas fotografías las involucradas solo se acercaron a ver lo que ocurría.

Pero aun así fueron acusadas y sentenciadas a más de 20 años de prisión, recuerda entre lágrimas Alberta Alcántara.

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"Viví cosas muy difíciles, de estar separada de mi familia", recuerda Alcántara, encarcelada injustamente.

Organizaciones civiles como el Centro Prodh y Amnistía Internacional tomaron el caso y lucharon hasta que las inculpadas, tres años después, fueron liberadas.

Aunque las autoridades corruptas las quisieron destruir no lo lograron, dice Mario Patrón, director Centro Prodh.

Con la impotencia y el coraje a flor de piel, las tres mujeres pidieron que el Estado reparara el daño moral y físico que les hicieron, por lo que la Suprema Corte de Justicia ratificó su inocencia y exigió a la Fiscalía que limpie sus nombres.

"Por eso sirva este acto público para ofrecer una disculpa", destacó Raúl Cervantes, procurador general de la república. 

Y aunque saben que nada borrará la pesadilla que ellas y sus familias vivieron, las tres indígenas otomíes con su dignidad intacta se decidieron a no dejar en el olvido lo que les ocurrió y a luchar por otros a quienes son llamados criminales cuando en realidad son víctimas.

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