El estado de Texas ejecutó el jueves a un mexicano convicto por el asesinato de su familia, incluida su esposa y sus dos hijitas. Un crimen que horrorizó al norte de Texas en agosto de 2002.
Abel Ochoa, originario de Durango, México, asesinó a su suegro Bartolo Alvizo de 56 años, a su cuñada Jacqueline Saleh, de 20, a su esposa Cecilia, de 32, y sus dos hijas, Crystal, de 7 años, y Anahí de apenas 9 meses.
El incidente ocurrió en su casa en Dallas el 4 de agosto de 2002, y en el que todos murieron baleados. Ochoa usó una pistola 9 mm, según autoridades.
Acorde con documentos de la corte, Ochoa estaba en tratamiento para dejar el consumo de cocaína en la cual gastaba $300 semanalmente.
Según su defensa, era un ciudadano ejemplar que trabaja muy duro por su familia. Pero lamentablemente, el fatídico día tenía 10 días de no haberla consumido y eso desencadenó una pelea con su esposa porque le urgía comprar y consumirla.
Durante el juicio, Ochoa declaró que no se acordaba haber matado a su familia.
Abel Ochoa se convierte en el segundo reo que será ejecutado en Texas por inyección letal en la cárcel de Huntsville.