Inició el juicio contra un expolicía de Balch Springs, Texas acusado de matar a un adolescente afroamericano afuera de una fiesta, en la que presuntamente hubo disparos.
El caso ha tenido relevancia nacional ya que el incidente quedó grabado por las cámaras corporales de los oficiales, lo cual se suma a incidentes similares en Estados Unidos que han derivado en protestas por la aplicación de la ley y el perfil racial.
El pasado 29 de abril de 2017, Roy Oliver del Departamento de Policía de Balch Springs, al sur de Dallas, quien hoy se declaró no culpable, acudió a una llamada sobre presuntos disparos en una casa donde se realizaba una fiesta con unas 100 personas aproximadamente.
Todos salieron corriendo cuando llegó la policía y Jordan Edwards de 15 años, junto con otros amigos, se metió en un auto que presuntamente estaba siendo manejado de forma agresiva contra los oficiales que les marcaron el alto.
Después de analizar la cámara corporal de uno de los agentes, se demostró realmente que el auto se estaba alejando de la escena y no era utilizado para atentar contra ellos, según informó Lee Merritt, abogado de la familia del adolescente.
Merrit destacó que el oficial disparó cinco veces con un rifle a través de la ventana lateral. Una de las balas impactó Jordan en la cabeza y murió en la escena.
Días después en conferencia de prensa, Jonathan Haber, Jefe de Policía de Balch Springs, informaba que Oliver, quien enfrenta un cargo de homicidio y dos por agresión agravada, había violado las políticas del departamento por lo que fue despedido tras seis años de servicio.
Philip Stinson, un criminólogo de la Universidad Bowling Green State University en Ohio que rastrea este tipo de incidente, dijo que los oficiales pueden testificar que temían por su vida y que los jurados a menudo son reacios a cuestionar las decisiones de un oficial enfrentado un intenso encuentro callejero.