El debate de la semana pasada en la carrera por la gobernación de Texas entre el gobernador Greg Abbott y Beto O'Rourke ofreció a cada uno la oportunidad de presentar sus argumentos finales ante una gran audiencia televisiva y digital.
Aunque algunos observadores han dicho que O'Rourke tuvo su mejor debate desde que se convirtió en un candidato de alto perfil en 2018, no fue suficiente para impulsar lo que ha sido un ritmo lento, con Abbott, el titular republicano, manteniendo una ventaja significativa en la mayoría de las encuestas.
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“Una de las cosas que realmente llama la atención es cuánta continuidad hay desde donde comenzó esta carrera hace varios meses”, dijo Jim Henson, director del Proyecto de Política de Texas en la Universidad de Texas.
Dijo que O'Rourke ha argumentado que Abbott es responsable de todo lo que está mal y de todo lo que no se ha hecho para que los texanos avancen. Los temas a los que se enfrenta el demócrata incluyen frenar la violencia armada, fortalecer la red eléctrica del estado, restaurar el derecho al aborto para las mujeres, proteger el derecho al voto, mejorar el acceso a la atención médica y retener a los buenos maestros.
Por el contrario, dijo Henson, Abbott se basa en los puntos fuertes de Texas, incluida la economía, mientras presenta a O'Rourke como un liberal que arruinaría la industria energética, exacerbaría los problemas de seguridad fronteriza y se asociaría con el presidente Joe Biden para implementar lo que el gobernador llama una agenda socialista.
Los votantes lo habían oído todo antes del debate. “No creo que ninguno de ellos haya tenido una noche particularmente mala, pero no vi nada que realmente haya cambiado”, dijo Henson.
El debate marcó a Abbott y O'Rourke dando el último giro en la carrera por gobernador. Ahora la línea de meta está a la vista.
A poco más de un mes de las elecciones del 8 de noviembre, la contienda depende de quién resultará efectivamente en los votantes fieles de su partido.
Lea la nota completa en inglés en The Dallas Morning News
