Según el jefe de alguacil del condado Webb, la tragedia que genera el narcotráfico en Texas no solamente es el costo monetario, pero el precio más alto es la pérdida de vidas.
Eso lo sabe de primera mano Magda Martínez, quien es viuda de un narcotraficante.
“Mi esposo se dedicaba a la distribución de cocaína… yo tendría como unos 17 años cuando yo me enteré a lo que él se dedicaba, igual yo seguí con él, yo me case con él, y seguí mi vida con él, a pesar de todo, yo estaba enamorada”, dijo Magda.
Fue ese amor el que la llevó a ser una cómplice del tráfico de drogas y poco a poco se dio cuenta del lado obscuro que tenía su esposo.
Fue hasta el 11 de abril del 2003 que el amor de su vida simplemente desapareció y nunca se supo cómo murió exactamente.
“Que lo habían torturado, que le habían cortado los pies, las manos, que lo habían golpeado, que él había muerto desangrado, que lo habían quemado vivo”, dijo la viuda del narcotraficante sobre lo que escuchó de la muerte de su esposo.
Ahora, Magda le dijo adiós a los lujos que algún día tuvo y también le dijo adiós a los amigos al convertirse en papá y mamá al mismo tiempo.